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Marcos 9,38-40

COMENTARIO

“No se lo impidáis…”

Jesús, que tenía siempre mucha más paciencia y un corazón mucho más generoso, señala a los discípulos una de las tentaciones de «los buenos»: ◙ acaparar a Dios, monopolizar sus dones y sus bienes, sentir celos de que otros hagan cosas buenas que no se les han encomendado oficialmente o de que puedan surgir en la comunidad movimientos e ideas que no tengamos controlados. ◙ Aparte la misión encomendada en la Iglesia, por ejemplo, a los ministros ordenados o a los pastores responsables, ¿no exageramos a veces nuestra tendencia a acaparar la verdad o el poder o la razón? ◙ No somos los únicos buenos. No somos dueños del Espíritu. Deberíamos saber aceptar la parte de razón de los demás, reconocer sus valores, admitir que también otros actúan al menos tan inteligentemente como nosotros y con la misma buena voluntad, y alegrarnos de sus éxitos. ◙ Si otros han logrado expulsar demonios, ¿no debería eso llenarnos de alegría? Porque no se trata de que el bien lo hagamos nosotros, para que nos aplaudan, sino que el bien se haga, sea quien sea quien lo haga, y que este mundo se vea liberado de sus demonios y opresiones. Y aplaudir nosotros, si han sido otros los que lo han conseguido. ◙ Pablo, escribiendo desde la cárcel a los Filipenses (1,18), reconoce que hay personas que están predicando a Cristo, unas por rivalidad y otras con buena voluntad. ◙ Y él se alegra de que el mundo vaya conociendo a Cristo: «¿y qué? -escribe- al fin y al cabo, por hipocresía o sinceramente, Cristo es anunciado y esto me alegra y seguirá alegrándome». ◙ Esta es la actitud que Cristo nos enseña hoy.

Abramos el corazón a reconocer la presencia y la acción de Dios en todo ambiente y persona, sean o no “de los nuestros”.

©2024 Paco Travieso

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