EL EVANGELIO DE JESUCRISTO,
HIJO DE DIOS
Marcos 14,12a.22-25
“¿Le es lícito al hombre repudiar a su mujer”?
A la pregunta de los fariseos sobre el divorcio, Jesús no da una primera respuesta, y de la casuística va al centro del problema, a los días de la creación: “Dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y los dos serán una sola carne. Así ya no son dos, sino una sola carne». ◙ En el plan inicial de Dios, no cabe que el hombre abandone a su mujer; a quienes debe abandonar es a su padre y a su madre, para formar una nueva familia. Éste es el momento del inicio del amor. ◙ Luego, con esta imagen, Jesús explica el amor que Dios tiene hacia su pueblo: un amor grande hasta el punto de que aun cuando el pueblo no es fiel, Dios siempre le habla con palabras de amor. ◙ El hombre y la mujer, imagen del Dios que es amor, están llamados a ser, aun en la adversidad, una sola cosa en el matrimonio. ◙ Todo esto hace pensar en un designio de amor: en el camino de amor del matrimonio cristiano Dios bendijo esta obra maestra de su creación con una bendición que jamás fue retirada. Ni siquiera el pecado original la destruyó. ◙ Ésta es la historia del amor, la historia de la obra maestra de Dios. Y ante este itinerario de amor, ante este icono, la casuística cae y se convierte en dolor. Dolor ante el fracaso. ◙ Cuando dejar al padre y a la madre para unirse a una mujer y hacerse una sola carne, cuando este amor fracasa —porque muchas veces fracasa— debemos sentir el dolor del fracaso. ◙ Y precisamente en ese momento debemos también acompañar a quienes fracasaron en su amor. No hay que condenarlos sino caminar con ellos. Y, sobre todo, no hacer casuística con su situación.
El Evangelio solamente conoce una ley: la ley del amor desmesurado.