EL EVANGELIO DE JESUCRISTO,
HIJO DE DIOS
Marcos 12,13-17
“Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.”
Jesús no pone a Dios y al César en el mismo plano y mucho menos considera como independientes ambas realidades. ◙ Afirma la primacía de Dios, pero no priva al estado de sus derechos. No se puede, por tanto, ser auténticamente cristiano al margen de las realidades de este mundo. ◙ En un contexto religioso, donde la afirmación de la primacía de Dios corre el riesgo de privar a la sociedad de su autonomía, el acento recae en "dad al César lo que es del César"; ◙ pero en una sociedad en donde la intromisión del estado se convierte en idolatría pública, el acento recaerá en "dad a Dios lo que es de Dios", afirmando de este modo la libertad de conciencia y la repulsa decidida de todo tipo de idolatría política, ◙ pues en ningún caso puede llegar a ser obligatorio lo que se opone a Dios. El cristiano debe ser firme testigo de este principio yendo, cuando es necesario, contracorriente. ◙ La autoridad civil tiene derecho a la obediencia, sobre todo la de quienes se benefician de las ventajas que representa, pero esa obediencia no puede contradecir una obediencia superior: la que se debe a Dios. ◙ El poder político no es más que una realidad humana; como tal, sólo tiene un valor relativo. La obediencia a Dios, por el contrario, es absoluta. A él le pertenece la vida entera. ◙ La fe no es una excusa para sentirse liberados de las responsabilidades sociales. Hemos de actuar de forma que nuestra obediencia cívica no esté en contradicción con nuestros deberes para con Dios. ◙ Ser buen cristiano implica también ser buen ciudadano y caminar en busca del bien común con creyentes y no creyentes.
Urge restituir a Dios su imagen impresa en el hombre, siempre expuesta a todas las rapiñas.