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Marcos 10,28-31

“Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios”.

Con estas palabras retomó Jesús su discurso a los discípulos tras el encuentro con el joven al que invitó a seguirle, pero que no lo hizo “porque era muy rico”. ◙ Pedro aseguró a Jesús que ellos lo habían dejado todo para seguirle, como diciendo: «Y a nosotros, ¿qué? ¿Cuál será nuestro salario? ◙ Jesús, que no promete las mismas riquezas que tenía el joven, responde indicando otra dirección: “Recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más (la herencia del Reino), con persecuciones (la cruz de cada día)”. ◙ El «salario» del cristiano es «asemejarse a Jesús»: no hay una recompensa en dinero o en poder para quien sigue de verdad al Señor, porque el camino es sólo el del servicio y en la gratuidad. ◙ Cuando un cristiano está apegado a los bienes, hace el mal papel de un cristiano que quiere tener dos cosas: el cielo y la tierra, y se confronta con lo que dice Jesús: las persecuciones, negarse a sí mismo, sufrir la cruz cada día. ◙ Cuando se quiere estar con Jesús y con el mundo, con la pobreza y con la riqueza, surge un cristianismo a medias, que busca la ganancia material: es el espíritu de la mundanidad. ◙ Y ese cristiano, decía el profeta Elías, “cojea con ambas piernas”», pues «no sabe lo que quiere». Seguir a Jesús desde el punto de vista humano no es un buen negocio: se trata de servir, que es exactamente lo que hizo Él. ◙ Y si el Señor te da la posibilidad de ser el primero, tú debes comportarte como el último, es decir, con actitud de servicio. ◙ Y si el Señor te da la posibilidad de tener bienes, te debes comportar con actitud de servicio, es decir, que sirvan también para los demás.

No hay arte de bien vivir sin morir uno a sí mismo.

©2024 Paco Travieso

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