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Juan 17,11b-19 Texto y Comentario
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Juan 17,11b-19

“Padre santo, que sean uno, como nosotros.”

Un aspecto esencial del testimonio del Señor Resucitado es la unidad entre nosotros, sus discípulos, como la que existe entre Él y el Padre. ◙ Del eterno amor entre el Padre y el Hijo, que se extiende en nosotros por el Espíritu Santo, toma fuerza nuestra misión y nuestra comunión fraterna; de allí nace siempre nuevamente la alegría de seguir al Señor. ◙ Jesús ha venido a este mundo con todo el cariño infinito del Padre, con la ternura del Padre, con el corazón entrañable del Padre. ◙ Cuando Jesús envía a sus discípulos al mundo, les dice que no lleven nada para el camino (las alforjas materiales), porque las alforjas espirituales están bien repletas de la ternura y del amor desbordado del Padre. ◙ Por eso Jesús les puede hablar a sus discípulos de “verdad”, “de alegría”, y de “unidad”. La verdad: no la de los filósofos y sabios sino la de Jesús. Todo Él es la verdad, es el auténtico, el fiel, la coherencia de la que debe estar revestido el discípulo. ◙ La alegría: no la que da el mundo sino la colmada, tan honda que es difícil explicar y tan fuerte que es capaz de superar los peores momentos de la vida. ◙ Y, sobre todo, la unidad: no una unidad conseguida a base de esfuerzos humanos, sino la que tiene el Padre con el Hijo y el Hijo con el Padre. ◙ Unidad regalada a la que debo acudir cuando fallen las comunidades de corte humano, cuando sienta el fracaso de los amigos, cuando no me vea querido por nadie. ◙ La unidad trinitaria no puede fallar nunca. Jesús ha querido que yo, en Él, sea “uno con el Padre y el Espíritu Santo”. Este regalo de Jesús nadie me lo puede robar. Por eso el cristiano nunca está solo.

Estamos en este mundo concreto, pero no somos del mundo, sino de Cristo.

©2024 Paco Travieso

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